Paul Urkijo, director de `Errementari´: «Siempre me ha gustado el cine, pero no imaginaba que pudiera dedicarme a ello»
Director y guionista vitoriano que en 2018 estrenó su ópera prima, Errementari.
Fue estudiando Bellas Artes cuando se dio cuenta de que el cine podía ser un medio para contar sus historias de monstruos y criaturas incomprendidos. Por eso, lleva más de quince años haciendo cortos con los que ha participado en distintos festivales y por los que ha recibido numerosos premios.
Dicen los que le conocen y han trabajado con él -como el actor vitoriano Txema Blasco o el productor de algunos de sus cortos Christian Gálvez- que es perfeccionista, trabajador, que hace lo que le gusta y que tiene muy claro lo que quiere. Cualidades valiosas para un director de cine, ya que como el mismo Paul confirma, «un director de cine tiene que saber escuchar al equipo, pero por otro lado tiene que saber defender sus ideas por encima de todo”.
Urkijo, apasionado de la mitología desde niño, recorrió su propia odisea durante ocho años para poder hacer sus sueños realidad. Pero todo tiene su tiempo, y ahora ve su primera película Errementari como algo lejano. En estos momentos está centrado en otros proyectos, como es su próxima película, Irati, de la que solo nos puede avanzar que es “una película de género fantástico que está relacionada con la mitología vasca, de época, más oscura, más adulta y épica, pero también con aventura y monstruos”.
Eso sí, está encantando con el broche final que va a tener Errementari en la 35 Semana del Cine Vasco, ciclo en el que ya había participado anteriormente con sus cortometrajes. Y así volver a ver de nuevo en pantalla grande su primer largometraje.
¿Cuándo empezaste a hacer cortometrajes?
En casa había una cámara de Super 8, que yo nunca llegué a utilizar porque se estropeó. Muchos años después, cuando ya estaba en la Universidad estudiando Bellas Artes, mis padres compraron una cámara de mano pequeña. Ahí es donde empecé a hacer cortos.
El primer día que trajeron la cámara a casa cogí unos muñecos, unos Masters del Universo, e hice un cortito que está por ahí.
¿Tenías claro que querías dedicarte a hacer cine?
Desde pequeño siempre me ha gustado dibujar, contar historias, el cómic, el género fantástico y los cuentos. Entré en Bellas Artes porque quería ser ilustrador.
Me gustaba el cine, pero no imaginaba que pudiera dedicarme a ello; y menos al tipo de género que a mí me gusta, que es el género fantástico.
En Bellas Artes descubrí el tema audiovisual y vi que era un medio para contar historias muy creativo; donde podía aplicar el tema de la ilustración y diseños para las situaciones surrealistas y monstruosas que a mí me gustaban. Fue ahí cuando descubrí que realmente yo podía contar mis propias historias.
¿Te gustaba ir al cine de chaval?
El amor por el cine lo tengo desde crío. Iba todas las semanas dos veces.
Recuerdo momentos muy grandes como ver solo en la sala The ring (la versión japonesa, que es la que da miedo de verdad).
¿Qué le pareció a tu familia y amigos que empezaras a realizar cortometrajes? ¿Te tomaron en serio desde el principio?
Al principio la gente lo vio como algo raro, como un hobby. Pensaban que me dedicaría a otra cosa. En los primeros momentos es muy complicado imaginar que puedes dedicarte al cine, incluso uno mismo.
Cada vez iba haciendo cortometrajes más complejos, más ambiciosos a nivel de producción. Me empezaron a seleccionar en festivales y la gente tenía buenas reacciones. Ahí, sobre todos mis padres -que son los que más se preocupan por mi futuro- dijeron: «Igual vale para esto».
La mitología es la forma de entender el mundo que tenían nuestros ancestros
Cuando fuiste monitor de campamentos, te gustaba contar historias que ponían los pelos de punta a los niños. Además, en todos tus cortos y el largo, el cuento siempre está presente.
¿Te consideras un contador de historias?
Sí, creo que es realmente lo que soy. Es lo que me gusta. No necesariamente solo con el cine, que es el medio con el que me gusta contar las historias. También me gustaría hacer cómic, escribir algunos relatos. De hecho, ya los escribo.
Me considero más eso que literalmente cineasta, aunque mi trabajo ahora es ser cineasta.
¿Desde cuándo tienes interés por la historia y la mitología?
Desde siempre, desde crío. Recuerdo cuando íbamos al monte con mis aitas y con el grupo de la ikastola. Íbamos a cuevas y a escalar y me solían contar las historias de la mitología vasca de cada lugar. Yo creo que eso me influyó mucho.
También en casa, mi padre me leía cuentos de los hermanos Grimm. Y teníamos libros sobre mitología en general.
¿Por qué crees que te gusta tanto la mitología?
Siempre me ha gustado ese mundo. En un principio por los monstruos y las criaturas extrañas. Pero luego me fui dando de cuenta que la mitología es realmente la forma de entender el mundo que tenían nuestros ancestros.
Por ejemplo, el laberinto del minotauro habla de la psicología humana, del monstruo que está encerrado en un laberinto. Pero trata realmente del laberinto de tu vida. Tienes que llegar a un punto y tienes que enfrentarte a tus propios minotauros. La mitología habla de nosotros mismos.
Lo que me empujaba a hacer Errementari, esa idea que tenía de niño de los demonios, creo que es lo que está reflejado en la película
Tu primer largometraje está basado en el cuento de Patxi errementaria, un libro que tenías en casa de pequeño y que te gustaba mucho.
De hecho, te caían simpáticos los demonios por todas las perrerías que el herrero les hacía. En tu película, ¿el herrero es tan malo como lo pintan?
Realmente se trata de jugar con los prejuicios. Para mí lo bonito del cuento es que los personajes representan el mal aparentemente, como el demonio o el herrero. Detrás de cada monstruo siempre hay un ser humano roto que los demás no comprenden.
Esa es mi visión de todo. Cualquier monstruo clásico siempre tiene un drama detrás. Yo creo que eso también habla mucho de nosotros, de nuestras sombras.
¿Todos tenemos sombras en nuestra vida?
Nuestras sombras surgen siempre cuando nos enfrentamos en la vida a cosas dolorosas, cuando nos convertimos en monstruos, cuando nos reprimimos.
Todos tenemos nuestro Mr. Hyde. Todos somos Jekyll, pero se nos va creando dentro Mr.Hyde.
¿Empatizas con las personas que se salen de la norma?
Doy por hecho que esas personas guardan una historia detrás y eso siempre es interesante.
En todas mis historias siempre hay un monstruo incomprendido. No hay un mal primordial que no entendemos y que es terrorífico. Me sale sin querer compadecerme de esas criaturas.
Patxi y los demonios se presentan al principio como los malos de la película, pero después descubrimos que Patxi es un pobre hombre que lo ha pasado muy mal y por eso es como es.
El demonio representa el mal como tal, pero nadie se ha parado a preguntarle si quiere ser lo que es.
En Errementari hablas de la soledad como ya lo hiciste en el corto Jugando con la muerte. ¿Te interesa este tema?
Yo tengo mi parte un poco melancólica y sí que creo que para esas criaturas y monstruos lo más doloroso es la soledad. Estar solo y no tener nadie con quien compartir ese problema que tienes.
En el corto Jugando con la muerte, hablo sobre la soledad que puede estar sufriendo el anciano Eusebio, pero también la muerte.
¿Quién puede estar más sola que la muerte? Esos dos personajes, que es imposible que empaticen, resulta que pueden ser amigos y sufrir lo mismo.
Y Errementari puede ir por la misma línea. Sí puede ser una constante en las cosas que hago yo, la soledad que sufren los seres incomprendidos.
¿Cuál es tu momento preferido de la película Errementari?
El momento estrella es cuando aparece por primera vez el demonio. Esa imagen del herrero dormido y el demonio se pone encima con el tridente; para mí es una imagen muy arquetípica.
Confiar en ti mismo y confiar en tu equipo. Y sentir ilusión por contar historias. Esas son las cualidades para ser director de cine
¿Qué supone para ti haber conseguido hacer tu primera película después de 8 años?
Es un paso más dentro de mi vida. Parece que hacer una película es la meta, pero cuando estás terminando ya estás pensando en la siguiente.
Para ser director de cine, ¿hay que tener mucha paciencia?
Esa es una de las cosas que he aprendido. Tienes que tener bastante fortaleza psicológica, tanto para esperar y ser paciente con la película y aguantar muchos golpes, como físicamente en rodaje. Hay que estar preparado para recibir golpes, cambios que tienes que hacer sobre tu proyecto.
Cuando haces un cortometraje, el equipo te arropa mucho, puedes alargar las horas en rodaje. Pero las películas son un negocio, hay gente invirtiendo dinero y no puedes pasarte. Las horas de rodaje son como gotas de agua en el desierto.
Tienes que tomar a veces decisiones muy radicales para solucionar la papeleta.
¿Qué cualidades tiene que tener un director de cine?
Primero, para mí lo más importante es querer contar historias, sentir que necesitas contar algo.
Y segundo, para poder sacar las películas adelante hay que tener mucha paciencia y, a partes iguales, mucha mano izquierda y mucha mano derecha. Tienes que saber escuchar a tu equipo, mucho; pero por otro lado tienes que saber defender tus ideas por encima de todo.
Confiar en ti mismo y confiar en tu equipo. Y sentir ilusión por contar historias.
Parece que en el cine hay que ir siempre deprisa y corriendo para invertir los mínimos recursos económicos y humanos. ¿Qué recuerdos guardas de las siete semanas de rodaje?
Fue como una batalla. Me sentí muy vivo. Reaccionaba constantemente a todo, casi visceralmente.
Pero el recuerdo que tengo es de ir como un ariete atravesando puertas. Todo el rato pensando en solucionar cosas. Casi no recuerdo nada. Ser efectivo y sacar las cosas adelante.
Luego cuando ruedo y veo en plano todo lo que me imaginaba durante todos estos años, es una gozada. Es un chute de adrenalina en medio del rodaje que es lo que me empuja a seguir adelante.
La cara buena del corto es que la gente lo da todo. Es un trabajo en el que se comparte mucho con el equipo
Estamos en la 35 Semana de Cine Vasco, donde cada día se proyecta un corto y un largo. Una vez que lo realizas, ¿cómo es la vida del cortometraje?
El cortometraje no suele dar dinero, no tiene un circuito comercial. Suelen ir a festivales, tienen un año de vida más o menos. Y ahí es donde se ven.
¿En qué se parecen los cortometrajes y los largometrajes? ¿Ha sido cómo te lo esperabas?
El corto se hace más por ilusión, con pocos medios, con un equipo de amigos. Suele ser complicado pagar a la gente bien y lo que se merece. Es algo más de ilusión.
La cara buena es que la gente lo da todo. Es un trabajo que se comparte mucho con el equipo.
En el largometraje se hace algo mucho más grande con lo que se puede vivir, pero es mucho más hermético a nivel económico. No da las posibilidades de variar tanto o improvisar .
¿El cine es un trabajo?
Sí, es un trabajo. Tiene sus momentos duros, pero yo no me quejo. Y la gente que trabaja en el cine está muy contenta.
El cine es el medio en el que quiero seguir contando historias
Además de las historias mitológicas y los demonios, ¿qué otros temas te interesan? ¿Quieres hacer otro tipo de películas?
Sí, tengo ideas también para hacer comedias muy locas. En mis cortos o en mis películas siempre hay humor negro. Y es una cosa que me gusta mucho, el contraste entre diferentes tipos de género: aventura, fantástico, terror, humor.
Y también el terror visceral y oscuro. Algún día me gustaría hacer algo que no tuviera humor, algo absolutamente terrorífico.
Para hacer cine, ¿es necesario vivir en Madrid? ¿O se puede hacer en el País Vasco?
No creas que es más difícil hacer las películas aquí que en Madrid. Es difícil en los dos sitios. En Madrid se concentra mucho profesional porque hay más industria del cine, pero en el País Vasco tenemos muchos profesionales que están trabajando y no paran.
Hay rodajes todos los años. Aquí estamos bastante bien en comparación con otros sitios.
Si no te dedicaras al cine, ¿qué harías? ¿Cómo te lo tomarías?
La verdad es que no concibo esa situación. Tienes que ir tan para adelante, siempre pensando en el siguiente proyecto…
Me gusta mucho la ilustración, pero mi idea es seguir trabajando en el cine, que es lo que me gusta y que es el medio en el que quiero seguir contando historias.
El ego es muy peligroso en el cine. Tienes que ser humilde y tratar bien a las personas
«El ego y la vanidad son nuestro peor enemigo», le dijiste a tu hermana antes de empezar a rodar Errementari. ¿Cómo los controlas?
Creo que eso va con la personalidad de cada uno. El tema del ego es muy peligroso en el cine porque la posición del director es de estar con el equipo, un trabajo de tú a tú.
Tienes que ser muy humilde y tratar bien a las personas. Y seguir viviendo. Hay mucha tensión y broncas, pero hay que diferenciar lo profesional de lo personal y saber que nadie es más que nadie.
Lo importante es la película.
¿Ahora se te acerca más la gente?
Se acercan con comentarios muy bonitos. La gente es muy agradable, viene a felicitarme. No creo que se me haya subido nada a la cabeza.
“No todos los cuentos siempre tienen un final feliz”, sentencia el tráiler de Errementari. ¿Crees que esta película tiene un final feliz?
Hay gente que me ha dicho que el tráiler es engañoso porque parece más una película de terror. Lo que pasa que decidimos hacerlo así porque la película juega a eso.
Una premisa donde el herrero es malvado y el demonio es el mal. Aunque luego resulta que esos monstruos no lo son tanto. Y cuando te acercas a ese monstruo y entablas conversación, se rasga ese velo de prejuicio.