Vive con Orgullo
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó uno de los documentos más importantes de nuestra sociedad. Los 30 artículos que conforman la Declaración Universal de los Derechos Humanos ofrecen a la humanidad unos valores y unos principios de igualdad. El texto arranca con «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros». Permitidnos resaltar el tercer artículo, que indica que «todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.»
Libertad, igualdad, dignidad y seguridad, términos que toda sociedad ansía tener, pero que no siempre se imparte de la misma forma a todas las personas. Valores esenciales para la dignidad de todas las personas, sea cual sea su tono de piel, su género o su forma de amar. Resulta extraño, pero 74 años después de aquella declaración, el mundo sigue luchando por derechos básicos. En ocasiones lejos de nuestro hogar, pero en otros casos no. Hay personas que no pueden vivir con el orgullo de poder ser ellas mismas ante el resto, teniendo que sentirse discriminadas e incluso sufriendo el desprecio de una parte de la sociedad. Personas como nosotras, como vosotras, que solo quieren sentirse iguales al resto. Personas que quieren vivir con orgullo.
Hablemos de esta última palabra, orgullo. Es posible que lo primero que nos venga a la cabeza sea una el arcoiris, la fiesta, una gran celebración. Pero ese Orgullo va más allá. Otra vez tenemos que hablar del pasado y volver a finales de los 60. Quién iba a pensar que aquel 28 de junio de 1969 lo que parecía una serie de disturbios en un pub neoyorquino acabaría convirtiéndose en un faro para la luha por los derechos de las personas LGBT. Los sucesos del Stonewall marcaron un antes y un después en la comunidad, cuyo eco acabó llegando a casi todos los rincones de nuestro planeta. Desde entonces, la lucha no ha parado, ni parará hasta que vivamos en un mundo realmente libre. Porque más allá de la celebración, el Orgullo es un recordatorio de lo que queda por cambiar.
Porque sí, todavía tenemos mucho trabajo que hacer. Debemos borrar estigmas y prejuicios, y como dice la canción «aprender a desaprender lo aprendido». Debemos escuchar y empatizar con quienes quizás no sientan, vivan o amen como nosotros/as porque aunque resulte paradógico somos iguales. El Orgullo es necesario para normalizar lo que ya de por sí lo es, pero también como recordatorio de otras muchas cosas. Nos sirve para recordar el 80% de desempleo que sufren las personas trans o las decenas de delitos de odio que sufren las personas del colectivo LGBT.
El Orgullo es necesario, de la misma forma que es necesario vivir con ello. Vivir con orgullo de ser lo que eres, de amar sin miedos, de vestirte como quieras y de sentirte igual que todxs.
Vivamos con orgullo. Sigamos caminando hacia un mundo mejor.